Energías renovables en México, del auge al declive
18 de diciembre de 2021

La ola invernal que azota desde hace días a Estados Unidos produjo un mega apagón que dejó sin luz a cerca de cinco millones de personas de seis estados mexicanos, debido a la congelación de ductos de gas natural en Texas, lo que provocó la interrupción del suministro de gas.

«Hoy en día existe una dependencia del gas natural como fuente de generación de electricidad, y de Estados Unidos como el país que lo provee”, explica a DW Pablo Necoechea, consultor en temas de energía y sustentabilidad. No obstante, eso no siempre fue así. «Durante el siglo XX, México tuvo una sólida infraestructura energética que lo convirtió en uno principales países productores de petróleo y gas natural. Sin embargo, alrededor del año 2000 esta comenzó a decaer, y México perdió su independencia energética”, recuerda.

El anuncio del uso de plantas de fueloil y carbón para poder garantizar el suministro eléctrico y resolver así esta crisis, puso de nuevo sobre la mesa la política energética del país.  «El gobierno federal ha usado este tema para justificar su política energética, basada en el uso de combustibles fósiles, y sobre todo, en la quema de carbón, como una muestra de soberanía energética”, dice a DW Eduardo Walsh, Gerente de proyectos de la Fundación Konrad Adenauer en México.

«Este evento meteorológico se hubiera mitigado si la administración no hubiera echado para atrás varios proyectos de almacenamiento de gas natural que se dejaron propuestos por la anterior administración”, apunta a DW, por su parte, Daniel Chacón, miembro fundador y Director de Energía de la Iniciativa Climática de México. «Los proyectos propuestos eran para cinco días de consumo de gas, lo cual hubiera evitado los apagones”, agrega, criticando que «no se necesita encender las plantas térmicas viejas que estaban paradas porque sus costos de generación son muy altos”. En ese sentido, considera que «de haber más renovables y mayores líneas de transmisión en el país se hubiera tenido suficiente energía para surtir al país”.

Un potencial con barreras a saltar

«Actualmente, México cuenta con una matriz con diferentes tecnologías de generación, como hidroeléctrica, geotermoeléctrica, eoloeléctrica, fotovoltaica, bioenergía, nucleoeléctrica y cogeneración eficiente”, recuerda Necoechea, apuntando datos de la Secretaría de Energía, que señalan que México cuenta con una capacidad instalada para generar electricidad a través de energía renovable de un 31%.

No obstante, según el reporte ‘El potencial renovable de México. La soberanía energética que no se ve’, de Greenpeace México, ese país cuenta con suficientes recursos solares y eólicos para generar el 100% de la energía consumida actualmente en el país, e incluso podría existir un excedente que podría ser exportado.

La diversidad de energías renovables y su calidad convirtieron a México en uno de los países más atractivos de la región para llevar a cabo proyectos de este tipo. «La Reforma Energética de 2013 abrió a la inversión privada la generación eléctrica de acceso no discriminatorio mediante un mercado de libre concurrencia, con un despacho regido por el precio marginal más bajo”, recuerda Chacón. Eso permitió que el mercado de las energías renovables se abriera a empresas privadas que desde entonces compiten con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), de carácter público.

Sin embargo, ya en mayo del año pasado, en plena pandemia de coronavirus, el Ministerio de Energía mexicano prohibió la creación de nuevas centrales de energía renovables. «Se han usado múltiples estrategias para desprestigiar a las renovables y a las empresas que generan y distribuyen. Desde acusarlas de corrupción, hasta restarles importancia por no ser constantes en su generación y eso provocaría un riesgo para la nación”, indica Walsh, también coautor del libro ‘México, hacia la transición energética’.

A ese obstáculo se le suma el anuncio, a principios de este mes, del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de reformar la Ley de la Industria Eléctrica, en el cual «propone hacer desaparecer el principio de eficiencia y economía, el cual promueve que sean las fuentes de generación más baratas las primeras en el orden de prioridad del despacho de energía eléctrica del país, privilegiando a la CFE por encima de todo”, explica el representante de la fundación alemana.

Una cuestión con consecuencias ambientales

Además de una cuestión histórica, a esta iniciativa se le unen otros factores. «El equipo de trabajo del presidente está conformado, en muchos casos, por militantes del PRI, los cuales vivieron y se beneficiaron del boom del petróleo de los años 60-80s en México”, dice Walsh, que también señala la cercanía del presidente y su partido (Morena) a empresarios del norte del país propietarios de fábricas de carbón. «Un ejemplo es el senador de la República, Armando Guadiana Tijerina, el cual tiene el monopolio de las fábricas de carbón en el estado de Coahuila y otros estados circundantes”, recalca.

Esa posición ideológica que «no entiende razones, ni ambientales ni económicas”, según Chacón, «no solo tendría un impacto en el sector, sino también en el medioambiente”, añade Necoechea. «Para que México pueda cumplir con sus metas establecidas en el Acuerdo de París es necesario ampliar la participación de energías renovables”, recalca.

En el marco del tratado internacional, México se comprometió a reducir sus emisiones de dióxido de carbono en un 22% para el año 2030, así como generar el 35% de su suministro con energías renovables en 2024. Por ese motivo, «es inexplicable que, mientras el resto del mundo avanza hacia la descarbonización, en México se regrese a las tecnologías y actitudes de mediados del siglo pasado”, lamenta Chacón. 
(cp)

Fuente> DW