Boris Santos Gómez Úzqueda @BorisSGomezU

Ciertamente la principal preocupación de cualquier gobernante norteamericano, y de cualquier país en general, es buscar mecanismos y gestiones para garantizar abastecimiento de alimentos y energía a su sociedad.

La energía mueve la economía.

Entiéndase por energía a gas, petróleo, carbón, renovables (solar, eólica).

En el caso norteamericano, se prevé que 2023 será bueno.

Estados Unidos tendrá “un buen pasar”; al menos en tema energético. Más allá de las buenas y malas gestiones de la administración Biden -que ciertamente no tiene muchas luces particularmente en este tema- tendrán, reitero “un buen pasar”.

La lección aprendida de la crisis del 79 -que dejó a los consumidores norteamericanos con poquísimo petróleo para consumir (lo importaban mayormente del medio Oriente)- fue crucial para que durante la administración Trump incentivar el fracking. Estados Unidos empezó a producir más gas y petróleo bajo nuevas dinámicas de fracturación de la tierra. Más inversión y un verdadero boom de la energía.

El contexto interno y externo para Estados Unidos, se podría decir que es favorable: una de ellas es la buena noticia relacionada a la tan esperada “recesión” en Estados Unidos no sería tan brava como algunos pensaban, y el invierno no hizo grandes estragos y está siendo “manejado” con alguna razonabilidad, de manera que las tarifas no tuvieron un aumento significativo en Estados Unidos. En Europa lo propio, el invierno no fue tan fuerte y tampoco subieron tarifas, se están buscando y ejecutando mecanismos para reemplazar el gas ruso que se suministra a Europa y la guerra de invasión de Rusia a Ucrania -se podría decir que- “está controlada” con billones y billones de dólares que fluyen a la economía de guerra ucraniana y funcionan mejor que los tanques Sherman de la segunda guerra mundial.

Varias fuentes independientes señalan que la producción de gas natural en 2023: promedio de 99,7 Bcf/d (billion cubic feet/day), un 2% más que en 2022. Las exportaciones de gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos llegarán fácilmente a 13 bcfd en 2023, por encima de un récord de 9,76 bcfd en 2021.

La industria petrolera norteamericana va a seguir a paso firme: habrá, anótenlo, producción de crudo superior a 13 millones de barriles/día en 2023. Gracias al modelo de negocios privado del fracking y de la industria tradicional.

También estarán consumiendo carbón, que tratan de reducir, pero los que más deben reducir son China y su partido comunista. Quizá superen los 550 millones de toneladas en 2023.

La apuesta seguirá siendo a sustituir, con equilibrio y razonabilidad, los fósiles por renovables. Un caso paradigmático es el estado de Texas: en próximos (7) años se añadirán hasta 40 GW (gigavatios) de capacidad de generación eléctrica vía solar, que se sumarán a los 16 GW instalados hasta ahora.

Deberán continuar estímulos desde el estado para que las renovables crezcan con mejor tecnología y mejor servicio.

En 2022 en Estados Unidos redactaron una Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) con una orientación a la transición energética: permite inversiones en generación, transmisión, almacenamiento (que aún se debate y desarrolla tecnologías para “guardar” electricidad) y además impulsó al hidrógeno.

Sería bueno ver si los precios de combustibles van a fluctuar, en algo, para abajo. Seguramente habrán mejores modelos con mayor tecnología en el transporte (tanto de vehículos de fósil, híbridos y eléctricos), todo para consumir menos energía o hacerlo de forma razonable.

Obviamente si no aparecen más variables en la ecuación todo estará bien, pero si hay otra guerra (Corea del Norte) o mayor inestabilidad en el medio oriente (otra vez Irán) habrá que hacer ajustes a las “predicciones”.

Bien por Estados Unidos, merecen gozar de tranquilidad en el ámbito del consumo de energía, dada su fortaleza económica.