Milagro ‘start-up’ en la Tierra Prometida
Israel es un pequeño gigante de la innovación, con la ciberseguridad, la inteligencia artificial y las ‘fintech’ como punta de lanza
Milagro ‘start-up’ en la Tierra Prometida
Si Google predice las consultas de búsqueda en tiempo real, es gracias a una idea de los ingenieros israelíes de Google Israel. Al igual que si tenemos lápices de memoria USB, es por el ingenio de la empresa israelí M-Systems, del emprendedor Dov Moran. Y hay muchos ejemplos más. Porque sólo Intel da empleo a unas 12.000 personas en el país. Israel es la “nación start-up ” según algunos. Un milagro según otros.
El país vive entre conflictos que revisitan el pasado. Pero su presente mira al futuro. Una pequeña franja de tierra aislada por sus vecinos que, como Silicon Valley, ya es una de las principales mecas de la innovación y el emprendimiento.
Un éxito histórico
David Ben Gurión, socialista, fue quien leyó la declaración de independencia de Israel en 1948. Con estas palabras: “Aquí [el pueblo judío] ha vivido como pueblo libre y soberano; aquí ha creado una cultura con valores nacionales y universales”, recitaba en una sala del Museo de Arte de Tel Aviv bajo el retrato de Theodor Herzl, fundador del sionismo moderno.
Y lo universal fue clave.
Los edificios Bauhaus poblaron la ciudad de la independencia –mediterránea y abierta, mayoritariamente laica. La más conflictiva Jerusalén quedaba en el interior, entre colinas, disputada desde el primer día. Y en paralelo se experimentaba una sociedad en la que los kibbutz eran la expresión rural del cambio: comunas agrícolas que fueron claves antes de conseguir un Estado y luego para asentarlo entre ideales de igualdad, democracia y judaísmo secular. Era innovar, aunque la primera respuesta a la partición de Palestina fueran las guerras.
Porque como señala la asesora estratégica en innovación Inbal Orpaz en el último Vanguardia Dossier , en este ámbito el éxito, a Israel, le viene de lejos, tanto como para que el Instituto Tecnológico de Israel (Technion) naciera en 1912, 35 años antes de la independencia, en la época del Imperio otomano. Es, todavía hoy, una de las puntas de lanza del talento en ingeniería israelí.
Pero no queda ahí. Aún hay más.
La clave militar
“En las entrevistas de trabajo en Israel siempre te preguntan en qué unidad estuviste en el ejército”, decía Gil Kerbs, exalumno de una unidad de inteligencia, en el libro Start-Up Nation, de Saul Singer y Dan Senor. Porque en el país el servicio militar es obligatorio a los 18 años. Y porque, según los datos, hasta los 90 la mayor parte del talento israelí en el ámbito de la ingeniería se empleaba en compañías de seguridad nacional y defensa; en el ámbito privado se traduce en ciberseguridad, en hardware, telecomunicaciones… lo que llega hasta la actualidad.
Tanto que Israel ha sido, hasta hace poco, por ejemplo, el mayor productor de drones del mundo.
Y es que desde 1948 el mundo ha cambiado. También Israel. Según los últimos resultados electorales, es un país más nacionalista, militarizado y conservador que el que era en sus inicios. Gobierna desde hace 14 años Beniamin Netanyahu. Y frente a las guerras abiertas con sus vecinos, ahora abundan más las operaciones concretas, casi quirúrgicas. El país, en cambio, sigue siendo un territorio pequeño y sin recursos naturales. Y lo apuesta todo a su mayor diferencia, el capital humano, con las start-up por bandera.
Start-ups que en Israel se han centrado en el mundo digital que estaba por llegar. Y hoy destacan en ciberseguridad, en la cotidiana inteligencia artificial y en las cada vez más relevantes ‘fintech’. No por casualidad es el tercer país, tras EE.UU. y China, con más empresas cotizadas en el Nasdaq de Nueva York, la principal bolsa tecnológica. Lo hace de la mano de empresas que se localizan entre Tel Aviv y Jerusalén y que son centrales en los sectores que marcan la economía (y geopolítica) del siglo XXI, más en Oriente Medio.
Quizá por todo ello una de sus mayores preocupaciones sean los datos de un informe de 2018 de la Autoridad de Innovación de Israel: la falta, precisamente, de ingenieros. La institución los cifraba en unos 15.000, haciendo de los que se emplean en el sector (un 9-10% de la población) unos privilegiados de salarios altos y buenas condiciones de vida. La mayor parte son hombres y judíos. Y eso cuando la demografía es, precisamente, uno de los grandes dilemas del Israel de hoy.
Fuente: La Vanguardia

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