Boris Santos Gómez Úzqueda @BorisSGomezU
No es de extrañarse que sea Israel el país que ocupa la posición de “noveno país más feliz del mundo”.
Pese a todas las contrariedades -y a la durísima historia a la que fue sometido desde la persecución de los faraones egipcios, pasando por el holocausto y la guerra de los seis días- el pueblo israelí supo consolidar una sociedad resiliente y que principalmente derrotó a los agoreros negativos para sobreponerse con una valentía admirable.
Finlandia es el país “más feliz del mundo” desde hace cinco años. Se lo tienen ganado. Pero el fenómeno es Israel. Un país, como dijimos, que tiene el temple de superar la adversidad más dura.
Hace diez años y de forma anual se elabora un Informe Mundial de la Felicidad que tiene por objeto orientar a los países que políticas públicas mejorar, estimular o corregir para que sus ciudadanos, turistas y su sociedad en general tengan mejores niveles de convivencia. Sean más felices. La iniciativa es de Naciones Unidas que se encarga de elaborar el informe.
De todas formas Israel siempre está entre los primeros lugares. Es un magnífico lugar para vivir, pese a las constantes amenazas de grupos irregulares y terroristas que rodean sus fronteras.
El estudio contempla una serie de elementos que permiten concluir si una persona es más o menos feliz en determinado país: por ejemplo el crecimiento del país (medido en el PIB, entre otros), cuál es la esperanza de vida de una persona en ese país (teniendo en cuenta la red de servicios de salud, de apoyo social y la forma en que el estado reacciona a favor del ciudadano) y principalmente la libertad. Cuándo uno es libre se siente un ciudadano pleno y con la energía y fuerza para emprender, generar trabajo, viajar, en la libertad de crear. Naturalmente, de acuerdo al informe citado, estar o vivir en Afganistán es ser una persona infeliz, dadas sus condiciones de permanente inestabilidad y guerra. Las condiciones externas de un individuo definitivamente tienen que ver con su estado. No podrá haber una persona feliz en una sociedad dura.
Los retos de la sociedad en éste nuevo tiempo de tecnología es ampliar los horizontes de la vida, vivir más y mejor, pero al mismo tiempo vivir en paz y tranquilidad. De nada sirve vivir cien años en una sociedad con un estado totalitario, o medio de guerras nacionales o internacionales. Eso no es, definitivamente, una “buena vida”.
Hay muchas tareas pendientes para que, en algún punto de la historia, países latinoamericanos ocupen los primeros puestos en ese informe: y eso pasa por mejorar los estados y su conceptos estructural, mejorar los sistemas de democracia, amplia la libertad y condenar los totalitarismos que aplastan la creatividad.

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